viernes, 4 de septiembre de 2015

A veces odio los viernes de septiembre



A veces odio los viernes de septiembre porque los adolescentes abandonan sus institutos sabiendo que tienen tres tardes por delante y lo inundan todo. Llenan cines, bares y terrazas, llenan las calles los parques y hasta mi playa.

A veces odio los viernes de septiembre porque hay ruido a todas horas, gente que busca fiesta y jolgorio. Jóvenes y otros no tanto que salen de marcha, que después de poco bailar y mucho beber llenan de vomitonas mi playa.

A veces odio los viernes de septiembre porque las oficinas se quedan vacías y las carreteras se llenan de coches. Familias completas que abandonan su casa, llenan el maletero con ropa y juguetes para los niños y ponen rumbo a mi playa.

A veces odio los viernes de septiembre porque la vida en zonas costeras se paraliza para dejar hueco a los que llegan de fuera. Las familias liberan a sus mayores del cuidado de sus niños el fin de semana, en cuanto sale el sol aprovechan para ocupar su sitio en mi playa.

A veces me gustan los lunes, sobre todo en septiembre, porque ya se ha ido toda la gente y tengo para mí sola toda la playa

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